El barrio San Blas Cusco es un barrio alto, bohemio y muy cotidiano a la vez, donde conviven vecinos de toda la vida, artesanos, músicos, viajeros con cámara en mano y gente que solo sube a tomar aire lejos del ruido de la Plaza de Armas.
Si te preguntas qué tiene de especial, si el camino es muy cansado o cómo organizar tu paseo, esta guía quiere acompañarte: con un poco de historia, ayudándote a sentir el ambiente artístico y dándote una forma sencilla de recorrerlo.

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ToggleHistoria del barrio San Blas Cusco
Antes de ser el barrio bohemio que ves hoy, esta zona fue parte de la ciudad inca. San Blas se ubica en la parte alta, sobre una especie de ladera que mira hacia el centro, y se cree que estuvo vinculada a sectores residenciales y caminos ceremoniales que conectaban con otros puntos sagrados del valle. Con la llegada de los españoles, el barrio empezó a transformarse y se levantó la iglesia de San Blas, conocida por su impresionante púlpito tallado en madera, considerado una de las obras coloniales más finas de Cusco.
Con el tiempo, el barrio fue acogiendo familias dedicadas a diferentes oficios: talladores, imagineros, plateros, pintores. Muchos apellidos vinculados al arte cusqueño tienen raíces en estas calles. A lo largo del siglo XX, la presencia de viajeros y la revalorización de la artesanía hicieron que San Blas se consolidara como barrio artístico.

San Blas Cusco hoy: el barrio de los artesanos y las cuestas tranquilas
Hoy, el barrio San Blas Cusco se siente como un pequeño pueblo dentro de la ciudad. A medida que vas subiendo, las calles se estrechan, las piedras del piso crujen bajo tus pasos y empiezan a aparecer puertas de madera, paredes blancas y balcones azules que casi se asoman sobre tu cabeza. Entre una casa y otra, ves letreros pintados a mano que anuncian talleres, galerías, pequeñas cafeterías y hospedajes familiares. No es un barrio de postal perfecto, es un lugar vivo: hay niños jugando, señoras que regresan del mercado, personas cargando materiales para su taller.

Qué hacer en el barrio San Blas Cusco
Visitar la plazoleta y la iglesia de San Blas
La mejor forma de situarte es llegar primero a la plazoleta de San Blas. Es el corazón del barrio: una pequeña plaza con una fuente central, bancos donde siempre hay alguien conversando y la fachada de la iglesia al frente. Si está abierta, entra un momento; por fuera parece sencilla, pero dentro guarda uno de los púlpitos tallados más famosos de Cusco.
Subir a los miradores para ver Cusco desde arriba
Si sigues subiendo por las calles que nacen de la plazoleta, poco a poco el centro histórico empieza a quedar más abajo. No necesitas una gran plataforma para sentir que estás en un mirador: basta una esquina despejada, una baranda o un descanso en la escalera para ver los techos rojos extendiéndose frente a ti. Es el momento perfecto para dejar descansar las piernas y sacar la cámara para capturar el barrio San Blas Cusco y el centro en un solo encuadre.
Tomar un café bohemio
Después de las cuestas, sienta bien encontrar una mesa junto a una ventana. En San Blas muchas cafeterías son pequeñas, acogedoras y con personalidad: paredes llenas de cuadros, pizarras con menús escritos a mano, estantes con libros y plantas. Es un buen lugar para probar un café local o una infusión caliente, revisar tus fotos, leer un rato o simplemente observar cómo entran y salen artesanos, estudiantes y viajeros.
Entrar a talleres y comprar directamente a los artesanos
Una de las experiencias más valiosas en el barrio de los artesanos es entrar a los talleres con calma. No hace falta que compres algo en cada lugar; basta con mirar con respeto y preguntar. Muchos artesanos están dispuestos a contarte cómo trabajan la madera, la cerámica, la plata o las telas. Ver las herramientas, los bocetos y las piezas a medio hacer cambia por completo la forma en que ves la artesanía que luego encuentras en tiendas del centro. Si decides llevarte algo, sabrás exactamente de manos de quién salió.
Perderte entre callecitas empedradas y cerrar el día con una ruta cultural
Desde la plazoleta y los talleres, lo mejor es guardar el mapa y dejarte llevar un rato. Algunas calles terminan en escaleras largas, otras se abren en pequeños descansos con macetas y puertas antiguas, y casi todas tienen rincones fotogénicos que no salen en las guías. Al final, puedes bajar de regreso al centro conectando tu paseo con una visita más estructurada al Museo Inka o, si prefieres ambientes más ruidosos y cotidianos, terminar el día entre colores y aromas en el Mercado San Pedro. Así tu visita a San Blas se integra en una jornada completa de historia y vida local.

Un paseo por San Blas que suma profundidad a tu viaje
Incluir el barrio San Blas Cusco en tu ruta no es solo ir a ver un barrio bonito, aquí notas cómo la artesanía no es un simple producto turístico, sino parte de la identidad de muchas familias. Las cuestas, que al comienzo se sienten desafiantes, terminan siendo parte del encanto: cada pausa es una excusa para mirar un balcón, una maceta con flores, una puerta antigua o una vitrina llena de piezas únicas.
Si puedes, reserva al menos una mañana o una tarde completa para subir sin prisas, entrar a algunos talleres, sentarte un buen rato en la plazoleta y dejar que el ambiente bohemio y tranquilo haga su trabajo.
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